ÉTICA, CALIDAD Y PROFESIONALIDAD EN LA ATRACCIÓN DEL TALENTO

La mayoría de procesos de selección para puestos de liderazgo se enfocan en la experiencia, el conocimiento técnico y la capacidad de tomar decisiones. Todo eso importa, sí. Pero cada vez es más evidente que hay algo más que marca la diferencia entre un buen líder y uno que realmente transforma el equipo: la inteligencia emocional.



La inteligencia emocional se ha convertido en un tema recurrente en el mundo del trabajo. Se menciona en descripciones de puestos, planes de liderazgo y sesiones de feedback.

Pero una cosa es hablar de ella y darle importancia, y otra muy distinta es medirla bien en los procesos de selección.



En recruiting, una de las decisiones más importantes no es a quién entrevistas, sino cómo evalúas.

Porque puedes tener una shortlist impecable… pero si las herramientas de evaluación no están bien calibradas, el margen de error se dispara.



En los procesos de selección más difíciles, el mayor obstáculo no siempre es encontrar al candidato. A veces, es el cliente.

Expectativas irreales, perfiles imposibles, tiempos exprés o sueldos fuera de mercado. Si llevas tiempo en el mundo del recruiting, seguro que te suena. Y sabes que no basta con decir “eso no se puede”. Hay que saber negociar, educar y alinear sin perder la confianza ni la autoridad.


¿Sabes qué suele sabotear un proceso de selección mucho antes de que publiques la oferta o hables con un solo candidato o candidata? No es la entrevista. No es tu intuición. Ni siquiera es la oferta económica.

Lo que realmente compromete el éxito de muchos procesos ocurre mucho antes: en la forma de definir el puesto.



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