ÉTICA, CALIDAD Y PROFESIONALIDAD EN LA ATRACCIÓN DEL TALENTO

En los procesos de selección más difíciles, el mayor obstáculo no siempre es encontrar al candidato. A veces, es el cliente.

Expectativas irreales, perfiles imposibles, tiempos exprés o sueldos fuera de mercado. Si llevas tiempo en el mundo del recruiting, seguro que te suena. Y sabes que no basta con decir “eso no se puede”. Hay que saber negociar, educar y alinear sin perder la confianza ni la autoridad.


¿Sabes qué suele sabotear un proceso de selección mucho antes de que publiques la oferta o hables con un solo candidato o candidata? No es la entrevista. No es tu intuición. Ni siquiera es la oferta económica.

Lo que realmente compromete el éxito de muchos procesos ocurre mucho antes: en la forma de definir el puesto.



Acabas de encontrar al candidato perfecto. Su currículum brilla como una estrella, cada experiencia encaja perfectamente con lo que buscas, y su trayectoria parece sacada de un manual de recursos humanos. ¿Demasiado bueno? Algo en tu instinto te dice que revises dos veces.



Tu proceso de selección es una caja negra para el candidato y entender su perspectiva es una ventaja competitiva que puede ayudarte a afinar tus procesos, evitar malentendidos y atraer al mejor talento.



Cuando buscas al mejor talento, confías en las pruebas psicométricas, las entrevistas y las evaluaciones para poder contratar al o la profesional ideal para tu equipo. Pero, ¿qué pasaría si te dijéramos que en cada resultado hay una grieta invisible, una distorsión silenciosa que altera lo que realmente estás midiendo?


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